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Resumen:
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Como todos, de chico me la pasaba jugando al fútbol. Mal, pero no importaba. Lo importante era juntarse con los amigos de la vida para enfrentar a los del otro barrio. Y mientras jugaba, relataba. Un día me mandaron al arco, fue lo mejor: ya no erraba goles y podía relatarlos mejor. El fútbol, en cualquier ámbito, siempre necesita que alguien lo cuente. Adentro de la cancha, en una mesita al costado, arriba de un acoplado, trepado a un árbol, desde el techo del bufet o en una cabina. Da lo mismo dónde. Por la radio, en un bar, en la esquina o en cuentos, como estos que presenta Mauricio Coccolo. Historias que mezclan mentiras y verdades en la medida justa para terminar siendo Puros Cuentos. Como en la vida: nunca nada es del todo cierto ni del todo falso. Los personajes se cruzan unos con otros y toman vida entre palabras simples y pueblos que son iguales a todos, pero distintos a los demás. Cómo quisiera ser lo que era cuando soñaba ser lo que soy, dijo una vez uno de tantos pibes que pasaron por el pueblo. No lo entendimos. ¿Cómo? Si ya sos lo que sos, ¿para qué volver atrás? Tardé cuarenta años en entenderlo. Cuando miramos lo que fuimos y vemos lo que hicimos, tenemos que sentir orgullo de lo que somos. Eso es la felicidad. La añoranza por la juventud es la mano más pesada. Esa sí que pega fuerte. Vivimos tratando de ganarle al paso del tiempo, aun sabiendo que jamás lograremos la hazaña. Pero nunca hay que dejar de buscar ser lo que éramos cuando soñábamos con ser lo que somos. Y este libro lo consigue. Carlos "Bocha" Houriet
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